¿Qué son para vos Los Espartanos?

Viejo-NicoHace unos días en un almuerzo me preguntaron: ¿Qué son para vos Los Espartanos? Tardé un rato en responder y pensé que lograría transmitirlo mucho mejor si lo bajo a un papel. Y acá estoy. Birome en mano, intentado responder semejante pregunta.

Todo nació una tarde madrileña, estaba tirado en el cuarto escuchando música, llovía, ya habían pasado varios meses de mi estadía y empezaba la melancolía a jugar un papel protagónico barato. Me sonó el celular y entró en mi Whatsapp la foto más linda que recibí en mucho tiempo. Mi viejo y Nico Degano abrazados en una cárcel. ¿Qué carajo hacen ahí? Me pregunté… Meses después tuve la respuesta.

Al poco tiempo de llegar a Argentina el viejo me invitó a rezar al pabellón 8 de la Unidad 48 de San Martín, no me pude negar. Quién diría que esa invitación iba a cambiar mi vida… ¿Exagerado? Para nada, realmente me la cambió.

En la cárcel conocí el amor más pleno que puede conocer un hombre. El amor más desinteresado, el abrazo más sentido, la mirada a los ojos más verdadera y la sonrisa más linda.

En la cárcel entendí la suerte que tuve de nacer donde nací. Porque esto tiene que quedar bien claro, ni vos ni yo hicimos algo para haber nacido donde nacimos, fue absolutamente suerte, yo me considero un tipo con suerte. Nunca había valorado de tal manera haber nacido donde nací. Muchos de los presos están ahí porque eligieron el mal camino teniendo alternativas, pero mucho otros (la gran mayoría) no las tuvo. ¿Se justifica el daño que hicieron? Para NADA. Pero no me es tan fácil señalar con el dedo cuando una persona no la tuvo tan fácil como yo. Hay una frase muy linda del Papa Francisco que dice (mas o menos así): “Si yo hubiera nacido en el mismo lugar que ellos estaría igual o peor que ellos”. Qué loco ¿no? Estaría igual o peor que ellos, por no decir estaría preso o muerto.

En la cárcel entendí lo que significa estar en libertad. El primer día que fui sentí y valoré la libertad, porque a la noche de ese mismo día la cabeza me seguía hablando: “pensar que ellos siguen ahí”. Aprendí a valorar hacer lo que uno quiere y lo que uno debe, la libertad “bien vivida” como me dijo una vez un gran amigo.

Espartanos-Papa-FranciscoEn la cárcel entendí el poder de hacer las cosas bien y de hacer las cosas mal. Las consecuencias de una cosa y de otra. Haciendo las cosas mal no podes caer más bajo que estar preso, porque es realmente lo peor que le puede pasar a un hombre. Pero por suerte tenemos la alternativa de hacer las cosas bien, día a día, granito a granito, desinteresadamente, con humildad, con sacrificio y con alegría uno puede llegar muy lejos, tan pero tan lejos como estar frente al Papa charlando durante una hora y veinte en el living de su casa. Y no lo digo por mi, sino por Los Espartanos que están en libertad y eligieron hacer las cosas bien y llamaron la atención del Papa que los quiso recibir. Yo fui un simple y privilegiado espectador de lujo de ese viaje. Los Espartanos me enseñaron ese gran y tremendo significado: “hacer las cosas bien”. 

En la cárcel aprendí lo que significa hablar de Jesús y lo que significa conocer a Jesús. Como dijo un gran amigo en una de las reflexiones post viaje a Roma: “Nosotros vinimos a hablar de Jesús y ustedes nos mostraron quien era”. Tan cierto y tan real… Porque Jesús nos habla de la humildad, del respeto, del amar desinteresadamente, de dar sin esperar nada a cambio, de desprenderse de lo material, y de tantas otras cosas más que viví con cada uno de Los Espartanos… Jesús fue a buscar al pobre, al humillado, al preso, al enfermo y le cambió la vida, como le cambió la vida a cada uno de Los Espartanos y ellos se la cambiaron a cada persona que rodeó su metro cuadrado.

En la cárcel aprendí a rezar. Aprendí a hablar con Jesús y con María, a entregarles mi vida y que hagan con ella lo que quieran. Aprendí a despreocuparme de los problemas serios porque muchas veces no puedo hacer otra cosa que entregárselos a ellos dos. Pero esto no lo aprendí por mis propios medios, aprendí de Los Espartanos cuando agradecían por “un día más de vida”, o cuando pedían por cosas que jamás hubiera llegado a pedir, porque ellos que están en la peor miseria, piden por los demás. Un preso rezando por los pobres de Argentina, o para que no falte el pan en la casa…

En la cárcel aprendí a abrir los ojos, a despertarme, a estar atento a los detalles y a los mimos que nos llegan desde arriba. Los Espartanos me pusieron en mi camino personas increíbles, con una alegría, una humildad y una perseverancia única. Aprendí de cada uno de ellos, de los presos y de los que están hace tiempo dando una mano.

Espartanos-CapitolinaPuedo nombrar miles y miles de anécdotas que pasaron este año en relación a Los Espartanos, como cuando el Negro sintió olor a rosas en pleno Rosario, pedido que le había hecho a la Virgen si Mateo entraba al cielo, o como cuando Jhony vio a su hijo después de 4 años gracias a salir a jugar al rugby, o como cuando Jesús le fue a pedir perdón al flaco que le había robado un millón de veces, o como cuando le fui a pedir a mi tía Jose una mano para el pasaje a Roma y al minuto de conversación me dijo: “¿Qué querés? ¿El pasaje? Contá con eso…”, o como cuando fui con Clari a rezar un Rosario inolvidable, o como cuando Gaby dijo en un Rosario: “Nunca me habían abrazado, nunca había sentido tanto cariño”, o como cuando fue Cata, la mujer de Francisco Tyrrel, a “agradecer” a Los Espartanos a la cárcel, a la semana de que su marido había muerto, o como tantas veces que Jesús y María se hicieron presentes… (Tengo muchísimas anécdotas más pero prefiero contártelas cuando vengas a tomar unos mates a casa).

Aprendí tanto de Los Espartanos que creo haber llegado a la respuesta de la pregunta del principio: Los Espartanos para mí son una lección de vida, un aprendizaje constante de cómo ser mejor persona. 

Nunca entendí como en una cárcel podría aprender tanto, pero Los Espartanos me enseñaron y me enseñan día a día, Los Espartanos transforman vidas.

Se acerca Navidad y, sin dudas, el mejor regalo que recibí este año fue aquella invitación del viejo a rezar a la cárcel.

Gracias viejo, gracias Nico, Coco, Negro, Mati, Ramón, José, Damián, Richard, Jay, Juanjo, Mariano, Santi, Pablo y muchísimos más…

Feliz Navidad.

PD: y por último, una pequeña reflexión.

fede-gallardo