Solo queda navegar

Me inspira, todo lo que pasa en este living me inspira. El cuadro, sus colores, ella y su pausa tan necesaria para tomar decisiones antes de cada pincelada. Su pelo, su mirada, sus ojos, su estatura, sus tatuajes, su historia, todo tan perfecto como lo que está sosteniendo el caballete de madera; el que tiene la suerte de haber conversado durante infinitas horas con ella. Es al único al que realmente le tengo envidia en este living. Qué ganas de haber sido testigo de tantas horas de inspiración, qué suerte tuvo un pedazo de madera anaranjado… Me pregunto qué habrán hablado durante todos estos años que yo no estuve, qué aprendizajes ella se habrá animado a contarle y qué victorias le habrá manifestado.

En esta silla todo sigue igual de lento, suave y tranquilo, hay un mate, suena una voz arrugada por los parlantes, el tiempo no pasa pero el reloj insiste en correr las agujas. De repente, en milésimas, todo se acelera, su muñeca va de un lado al otro, primero los claros, después los obscuros, no sé en qué momento pasó, pero ya cae el sol y en el cuadro se ven los reflejos dorados de un atardecer que todavía está sorprendido por lo que pasa en este living.

Me inspira el agua que tiene apenas unas pocas pinceladas pero ya siento como se mueve.

Me inspira que sea su primer cuadro en un año, que yo sea la causa por la que el sol se sorprenda, que un barco perdido en el delta esté buscando la libertad, como ella, como yo… ¿Qué hizo todo este año? ¿dónde estaba su inspiración? ¿qué hizo su muñeca? ¿qué hizo todos estos años? ¿dónde estábamos? ¿por qué ella? Si yo tenía el corazón cerrado por derribo, negado a todo, sin ganas de nada y, de repente, me revolucionó con un torbellino de paz, de risas, de charlas, de lágrimas en un pabellón, de miradas sin pestañar, de silencios llenos de placer, de momentos como este… En el que me inspira mirarla; parada derechita, con su cola en el pelo, yendo de un lado a otro, una hoja en la mano izquierda como machete y un pincel en su derecha, desnudándose frente a un lienzo que disfruta verla, como yo. Y todo se mueve, como las olas de un río lleno de historias, como los nombres «Joaquín» y «Delfina» que ya estaban escritos en su libro y siempre quise escribirlos en el mío, como el nombre de un barco que se llama libertad al que tanto anhelamos subirnos los dos…

Mil preguntas, llenas de ilusiones, de miedos, ¿y si era ella todo lo que estaba buscando? ¿y si todo se esfuma en cuestión de días? ¿y si es un sueño? ¿y si en realidad todo esto es una mentira? ¿y si…? Y si se acaban las preguntas por un rato… y repetimos, mirándonos a los ojos, que solo queda disfrutarnos, solo queda navegar.